El tao de Wu

El primer paso es el conocimiento: hay que saber qué es lo que hay que cambiar. Y la única forma de averiguarlo es mirándote a ti mismo y conociéndote. Un hombre bueno verá la bondad en sí mismo y la maldad en el mundo, e intentará cambiar el mundo para mejor. Sin embargo, hoy en día todos llevamos algún tipo de pensamiento malvado en nuestro interior. Así que primero debemos modificar nuestros pensamientos, y luego cambiar las cosas que nos hacen pensar de forma malvada o, cuando menos, evitarlas. Y a continuación debemos empezar a enseñar a la gente cómo pensar de forma correcta. ¿Y cómo se sabe cuál es esa forma correcta? Es muy sencillo: solo hay un camino correcto, la verdad. Y aunque algunos se acerquen a ella desde distintos puntos de la cifra, todos llegan a la misma verdad, porque uno más uno es igual a dos en cualquier parte del universo. Para encontrar a Dios, primero hay que mirar dentro de uno mismo. Los pensamientos, tal como un hombre los piensa, son la clave de la vida; un pensamiento puede cambiar el mundo. Así que, hermanos y hermanas, no dejéis que el Diablo os diga que no podéis cambiar las cosas, porque sí podéis. Lo único que no podéis cambiar es la verdad, porque la verdad es aquello que, a su debido tiempo, devuelve las cosas a su estado original. Ahora mismo vivimos una ilusión; cinco mil millones de personas viven una ilusión. Y de todas estas personas, solo el 5 por ciento defiende la verdad. Pero ellas son las que generarán los pensamientos del cambio. Y de ese 5 por ciento puede salir una persona con la solución perfecta. Podrías ser tú, podría ser yo, podría ser tu hijo, tu hija, tu hermano, tu hermana... Pero esa persona será el agente del cambio universal. Todos llevamos esa capacidad en nuestro interior, así que primero pon orden en tu propia casa y luego podrás ayudarnos a poner orden en los otros cinco mil millones de casas. Y Dios mostrará y demostrará que él es el Agente del Cambio Universal.

Paz.

Dicen que cualquier pensamiento que pueda concebirse también puede expresarse. Esa capacidad de expresar el pensamiento es algo latente, posee las cualidades de «bueno» o «malo». Es neutra, una energía potencial que espera a que la activen para convertirse en cinética. Sin embargo, una vez se activa, adopta la expresión del grado en que se manifiesta. Porque uno puede sentir que tiene un pensamiento positivo, pero si lo expresa mal, este se convertirá en negativo. A veces lo que es bueno y positivo para el individuo puede ser malo para el grupo, y viceversa. Partiendo de este axioma es mucho más fácil comprender la importancia de aprender a dominar y ejecutar nuestros pensamientos de forma correcta. Hay unos cinco mil millones de personas en la Tierra y todas ellas tienen el poder de irradiar pensamientos. Sin embargo, y a pesar de esa diversidad de pensamientos, existe una única verdad. Aunque todos los hombres tengan sus propios pensamientos sobre «qué», «dónde», «por qué», «cuándo» y «cómo», también proyectan ideas de «quién», «si» y «pero». Pero, con independencia de estos miles de millones de pensamientos, existe una única verdad. Todo lo demás es mera ilusión.

Un ejemplo de ello se ve en las matemáticas simples. Uno más uno es igual a dos. Es decir, un objeto más otro objeto es igual a dos objetos. Eso es cierto en cualquier idioma. Es algo que se puede demostrar y probar, y las matemáticas no pueden mentir. Es el lenguaje de Dios. Así que no importa cuántos pensamientos existan al respecto: sigue habiendo una única verdad.

Cuando un hombre miente a otro, ¿quién está actuando realmente como un tonto? Porque la verdad siempre se revela a su debido tiempo y la mentira no es más que una ilusión. Porque cuando alguien miente, puede que el receptor de la mentira no sepa la verdad, pero quien la cuenta sí la sabe. Y eso demuestra que la verdad siempre existe y que una mentira es solo una ilusión temporal que se desvanece en cuanto la verdad se manifiesta.

La paz. Como sabemos, todos los elementos irradian alguna forma de energía. El fuego irradia calor, el hielo irradia frío y el hombre irradia pensamientos. Algunos pensamientos son fruto de la creación, mientras que otros son duplicados o modificados. Dios es el creador de pensamientos, y el Diablo es el duplicador o el suplantador. Pero tanto Dios como el Diablo modifican los pensamientos. Dios cambia las historias para mejor, mientras que el Diablo las empeora.