En Seúl una mujer asiste a clases de griego antiguo. Su profesor le pide que lea en voz alta pero ella permanece en silencio; ha perdido la capacidad del lenguaje así como a su madre y la custodia de un hijo de ocho años. El profesor que acaba de regresar a Corea después de pasar media vida en Alemania también afrontaba pérdidas: su vista empeora irreversiblemente con cada día que pasa y convive con el miedo de saber que cuando llegue la ceguera total perderá toda autonomía. Con una belleza inusitada las voces íntimas de estos dos protagonistas se intercalan y se cruzan en estos dos protagonistas en un momento de desesperación. ¿Será posible que encuentren en el otro el modo de salvarse que la oscuridad dé paso a la luz y el silencio a la palabra?