(h)amor 9 amigas

recuerdo la última vez que la vi porque no sabía que era la última. No recordar la última vez que hablamos encaja bien con no recordar la primera. Amanda ha dejado de ser una persona y se ha convertido en algo bello que me pasó. Espero que esté bien.

Besarnos fue lo más natural del mundo en aquel momento,

Cuando escribió mi nombre la primera vez no cambió nada en él, pero yo me sentí muy especial de todas formas.

Pensé cómo sería mi nombre escrito por ella. Seguro que sonaba mejor, aunque la escritura no tenga sonido, estaba convencida de que con una caligrafía tan bonita y práctica como la suya, mi nombre, tan común y diría que aburrido, sonaría sólido y vibrante.

Pensaba que quería ser su amiga, pero lo que yo realmente quería era que ese instante de verla por primera vez no terminara nunca.

Pues ya no sé qué quiero que seamos, Z. Lo que sea, pero cerca, por favor.

«nuestra forma de querer, las perspectivas que acogen cada historia de amor y de amistad, arrancan, fundamentalmente, de un tiempo pasado en el que nuestras decisiones y elecciones han ido dibujando los contornos de una personalidad

Yo no traicioné a mi gente, sino ellos a mí. De modo que sí, aunque el “hogar” permea cada tendón y cada cartílago de mi cuerpo, a mí también me da miedo ir a casa»

A veces algo se rompe, aunque no dejamos de querer a esa persona. Siempre había pensado sobre esas rupturas como el momento en el que el lazo que nos une simplemente se desvanece.

Telfer ve en el lazo de la amistad un elemento irracional al que denomina «pasión». Para Telfer, la amistad es capaz de aceptar contradicciones en nuestros valores. Así, el afecto propio de la amistad sobrevive a los cambios que pueda tener el objeto de amor de nuestra amistad. Podemos seguir sintiendo afecto por alguien a quien ya no respetamos.