Estos relatos son a la vez una ventana al muy específico mundo doméstico de la posguerra japonesa y una reflexión, destilada al máximo, sobre los sentimientos y las contradicciones humanas, sobre el ser y la memoria, sobre las incógnitas de la belleza y del silencio. Dos de ellos, Yumira y El cristantemo en la roca, fueron incluidos posteriormente en una antología de sus cuentos favoritos que se publicó poco después de que recibiera el Premio Nobel de Literatura en 1968. Esta antología es una fina muestra de la grandeza de Kawabata. En los pequeños mundos de trazos delicados que se abren con cada cuento, en medio de sus resonancias y su luminosidad, descubrimos siempre la inteligencia inquisitiva y el humor de uno de los grandes del siglo XX.