el arte es una invención anómala que nadie puede aún describir; el arte es una idiotez, una vaca sin leche, y ella, Elisa Miller, no podía ser idiota, no, no, yo me negaba a considerarla una artista. Que bailara y ya, pero que no se convirtiera en una artista. No, por favor. A Elisa las palabras la describían en su medida exacta: maldita puta, puerca, mosca muerta, quiero cogerte todo el día y toda la noche aunque seas una puta maldita, mosca muerta, la más puerca de las cerdas; mas de ninguna manera podría nadie decir que su cuerpo tenía el deber de expresar arte, sugerir algo parecido la rebajaría a poseer una conciencia de sí tan vulgar que nada en ella sería atractivo.