Pero lo más importante del artículo de Sparshott es que, de repente, un filósofo como él haga un alto en el camino y dé la voz de alarma, planteándose la cuestión, dirigiéndosela a sus colegas. Él mismo lo pone de relieve en una de sus últimas frases: “Lo que es significativo no es tanto que los filósofos hayamos prestado poca atención a la danza, cuanto que ahora hayamos empezado a notarlo”. ¿Un signo de los tiempos? Probablemente.