LA MÉDULA
Había en la piedra una palabra.
Intenté descifrarla,
mazo y cincel, pico y buril,
hasta que la piedra sangró,
pero aun así no conseguí oír
lo que la piedra decía.
La arrojé a la vera del camino,
junto a miles de piedras
y al alejarme gritó
la palabra en mi oído
y la médula de mis huesos
escuchó, y respondió.