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Enzo Traverso

Qué fue de los intelectuales

  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    Los intelectuales poseían el aura de aquellos que sabían hablar y lograban expresar los sentimientos y las aspiraciones de aquellos que nunca habían tenido acceso a la alta cultura. Sus debates hicieron sentir su influencia sobre las estrategias del partido y orientaban su rumbo.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    el historiador de las ideas Norberto Bobbio, todas las definiciones del intelectual oscilan entre dos polos: de un lado, la visión platónica del sabio que debe mezclarse en política para asumir el poder, el “filósofo rey” de la ciudad ideal; del otro lado, el intelectual como simple consejero, el filósofo de la corte que pone su saber al servicio del príncipe, en la época del despotismo ilustrado.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    obra escapan al naufragio del comunismo. Para Sartre, el intelectual debe estar “en situación”, ya que cada palabra y cada silencio tienen consecuencias en el presente, esto es, mientras la historia se construye. Sartre denuncia el colonialismo, se opone a la Guerra de Argelia y se convierte en el maître à penser de una generación entera. La definición sartreana del intelectual –“alguien que se mete en lo que no le importa”–[27] sigue siendo un saludable llamamiento a quebrar el conformismo y rechazar la sumisión. Según Sartre, el intelectual debe transgredir tabúes.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    George Orwell, en 1948, cuando en un ensayo autobiográfico sostiene que los escritores ya no pueden encerrarse en una esfera puramente estética.[15] En aquellos años, la cultura está dividida entre fascismo y antifascismo; y este último está cerca de la izquierda, si no por vocación al menos por necesidad, ya que la lucha contra el fascismo implica una alianza con la Unión Soviética.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    el intelectual expresa la visión del mundo de las clases sociales. Los intelectuales “tradicionales” (por ejemplo, la burocracia estatal, los juristas, el clero) moldean las herramientas mentales de una sociedad premoderna; los intelectuales “orgánicos”, en cambio, diseñan el paisaje cultural e ideológico de la sociedad capitalista, en la cual –para decirlo en pocas palabras– deben elegir de qué lado están: con la burguesía o con el proletariado.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    Bajo los regímenes fascistas, el odio hacia los intelectuales es aún más intenso. El 1º de mayo de 1933, Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda nazi, organiza en pleno centro de Berlín, frente a la universidad Humboldt, una quema de libros, y pronuncia un discurso en el que explica que “la era del intelectualismo” está terminada, refiriéndose con desprecio a los “literatos de asfalto” (Asphaltliteraten) –ya que el asfalto era el símbolo de la ciudad desfigurada por la Modernidad–.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    El intelectual cuestiona el poder, objeta el discurso dominante, provoca la discordia, introduce un punto de vista crítico. No sólo en su obra, como lo hicieron Said y Adorno en sus escritos sobre música y literatura, sino también y sobre todo en el espacio público. A menudo también debe asumir las consecuencias de sus elecciones.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    posición.

    Usted tiene razón: la palabra “intelectual” está desgastada. Todo el mundo la utiliza de cualquier manera, y a menudo asume significados diferentes. No comenzaría este diálogo con la enumeración de las posibles definiciones –son muchas– ni con una tipología de los intelectuales.
  • Josué Osbourneцитируетв прошлом году
    Si se acepta la cronología que estableció el historiador británico Eric Hobsbawm, para quien el “breve siglo XX” comenzó en 1914 y terminó en 1989, debe admitirse que hemos entrado en el siglo XXI hace veinticinco años y que nos sigue pareciendo opaco
  • Talia Garzaцитирует3 года назад
    Las revoluciones no se decretan, nacen de crisis sociales y políticas; tampoco son producto de alguna “ley” histórica o causalidad determinista. Se inventan, y su desenlace siempre es incierto. Hoy en día debemos asimilar la derrota de las revoluciones del pasado sin por eso plegarnos al orden del presente. No todas las revoluciones son alegres. En nuestra época, tendería más bien a pensarlas, a la manera de Daniel Bensaïd, como una “apuesta melancólica”.[76]
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