Cómo ser el amor que buscas

gestionar lo que pensaban de mí.

Por fin caí en la cuenta de que esa es el alma. El alma es mi esencia, lo que me distingue como persona. Es una energía que solo tengo yo, que se arremolina y se modifica al contacto con las personas y las cosas que me rodean, y que da lugar a una expresión propia que nadie más en el universo puede ofrecer.

Durante varios años, me concentré en explorar mis propias ganas y necesidades. Con la claridad que fui ganando sobre lo que era verdadero para mí, me distancié de ciertas personas y hasta puse fin a vínculos que ya no me hacían bien. Eso abrió el espacio que necesitaba para dedicarme a aceptar y atender a todas mis partes, en lugar de limitarme a las partes de mí que recibían validación ajena.

Para vencer algunos de mis hábitos condicionados, me impuse un hábito nuevo: cada vez que me encontraba pensando sobre lo que “debía” o “no debía” hacer, cómo “debía” o “no debía” responder, me detenía (utilizando el ejercicio de la pausa de activación prefrontal

yo era la única que podía dar a conocer mis necesidades y encargarse de que se satisficieran. Y solo con mis necesidades satisfechas podía sentirme suficientemente segura para compartir mis dones y talentos naturales de manera auténtica con los demás.

Los vínculos sanos son aquellos en los que nos comprometemos a aprender de los momentos de diferencia o fricción recurriendo a la regulación emocional, cultivando la comunicación activa, fomentando la negociación, resolviendo conflictos o haciendo las reparaciones necesarias

Los vínculos sanos son aquellos en los que nos comprometemos a aprender de los momentos de diferencia o fricción recurriendo a la regulación emocional, cultivando la comunicación activa, fomentando la negociación, resolviendo conflictos o haciendo las reparaciones necesarias

Los vínculos sanos son aquellos en los que nos comprometemos a aprender de los momentos de diferencia o fricción recurriendo a la regulación emocional, cultivando la comunicación activa, fomentando la negociación, resolviendo conflictos o haciendo las reparaciones necesarias

El primer paso consiste en aprender a tomar conciencia de nuestro subconsciente y a observar los hábitos y las reacciones al estrés para las que está programado, responsables de los vínculos que establecemos sobre la base del trauma y mantenemos con otras personas.

Si de verdad queremos transformar nuestros vínculos, tenemos que transformar nuestro subconsciente, lo que implica cambiar el modo en que pensamos, sentimos y actuamos instintivamente en nuestras relaciones nuevas o con las personas que ya conocemos