Los que se nos mueren nunca se van, ni siquiera cuando los dejamos. Antes de partir, Marine puso la imagen del cadáver de su esposo en su memoria junto a la de sus padres. Los recuerdos son como morgues: interminables filas de cajones que a veces volvemos a abrir para checar a nuestros muertos. Has crecido mucho, mi amor. Ese nuevo corte de pelo te queda muy bien. ¡Por supuesto que no me he olvidado de ti!, sólo que estaba demasiado ocupada preparándome para morir yo también. Les guiñamos el ojo cuando cerramos los cajones y nos vamos, pero sólo por poco tiempo. Sabemos que pronto nos reuniremos con ellos en los recuerdos de alguien más.