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Anne Carson

Economía de lo que no se pierde

  • Nicté Toxquiцитируетв прошлом году
    ¿Qué significa ahorrarse tiempo, un problema, una humillación, saliva o piel para calzado? ¿O palabras? Sus biógrafos relatan que, cuando Paul Celan tenía cuatro años, se le ocurrió crear sus propios cuentos de hadas. Empezó a contar estas nuevas versiones a todos en su casa, hasta que su padre le aconsejó parar. «Si necesitas historias, el Antiguo Testamento está lleno de ellas». Para el padre de Celan, crear nuevas historias era un despilfarro de palabras. Estos sentimientos paternos no son infrecuentes. Mi propio padre era propenso a hacer comentarios escépticos cuando me veía inclinada sobre la mesa de la cocina, cubriendo páginas con letra pequeña
  • David Olivaresцитирует4 года назад
    Y ciertamente, en una civilización tan incondicionalmente comprometida con la codicia como la nuestra, nadie cuestiona la sabiduría del ahorro.
  • Lucas Molina Muneraцитирует15 дней назад
    [De los que en las Termópilas murieron

    gloriosa la desventura, compasiva la ceniza,

    un altar el sepulcro, en lugar de lamentos, memoria,

    una alabanza el duelo.

    Un epitafio como éste ni moho

    ni tiempo, que todo lo aniquilan, oscurecerán.

    Esta tumba de hombres buenos ha elegido

    la gloria de Grecia para habitarla.

    Y de hecho el propio Leónidas, Rey de Esparta,

    es testigo: legó

    como sello de belleza la excelencia,

    y el fluir de la gloria para la eternidad.]83
  • Lucas Molina Muneraцитирует15 дней назад
    Leónidas

    Simónides recurre a la mímesis radical a modo de retórica pública en su conocido encomio a los espartanos fallecidos en las Termópilas. Visibilidad e invisibilidad son componentes del poema desde su inicio, pese a que Heródoto tuvo razón al afirmar que no se devolvió resto humano alguno de las Termópilas a Esparta después del incidente. Éste es un canto fúnebre representado ante una tumba vacía. Sus palabras ponen en viva relación los cadáveres privados de sepultura en las Termópilas con la tumba sin cuerpos en Esparta.
  • Lucas Molina Muneraцитирует15 дней назад
    El ideal de este contrato es claro: los Escópadas mantienen a Simónides en la tierra, y él los mantiene en la memoria. Un intercambio de vida por vida. Garantizar la continuidad de lo mortal a través de lo inmortal. Podrías pensar en lo delicado de valuar semejante mercancía. Cicerón nos brinda una imagen más realista de cómo Escopas aborda el tema:

    Un día Simónides cenaba en Cranón de Tesalia, en casa del rico y noble Escopas. Había compuesto un canto en honor de éste y añadido sobrados ornamentos en uso sobre Cástor y Pólux. Entonces Escopas declaró mezquinamente que sólo le pagaría la mitad de la cantidad acordada por el canto: que los dioses a los que tanto había halagado deberían pagar el resto. Acto seguido, informaron a Simónides que dos jóvenes pedían hablar con él en la puerta principal para tratar un asunto urgente. Se levantó y salió, pero no encontró a nadie. Entretanto, el techo de la habitación donde Escopas estaba cenando se desplomó, acabando con su vida y la de sus amistades. Cuando los familiares de éstos quisieron darles sepultura, les resultó imposible reconocer los restos. Pero cuentan que, recordando el lugar exacto de cada comensal en la mesa, Simónides supo identificar a todos para darles sepultura. Esto le hizo advertir que es, ante todo, el orden lo que trae luz a la memoria… Estoy agradecido a Simónides de Ceos que inventó así (según cuentan) el arte de la memoria.62

    Las alegorías estremecen la anécdota de principio a fin, pero especialmente cuando Cicerón dice: «Estoy agradecido» (gratiam habeo). La palabra que usa para gratitud es gratia (χάρις en griego, «gracia» en castellano). Tomémosla como referencia del fondo de gracia que fluye entre el poeta y su mundo. La acción salvífica de Simónides –tanto el acto particular de recordar ciertos nombres como el don más amplio del ars memoriae para el mundo– es un paradigma de lo que el poeta hace frente al vacío. Podríamos decir que lo piensa y lo agradece (para retomar un fragmento del discurso pronunciado por Paul Celan en Bremen), pues se trata del inicio de un momento de valor inestimable. Escopas no lo entendió y redujo a la mitad el sueldo de Simónides, como para insistir en que el acto poético tiene un equivalente exacto en dinero. Podemos interpretar el desplome del techo y la presencia de los Dióscuros en la puerta como una medida de desaprobación divina. La alegoría adquiere aquí un giro burlón, pues los Dióscuros son dioses que saben mejor que cualquiera el costo de dividir las cosas en dos.

    De acuerdo con el mito, Cástor y Pólux son hermanos (uno mortal, otro inmortal) que no soportaron que la muerte los separara, y dividieron en dos una sola eternidad, pues, escindidos siempre, el día que vive uno, el otro muere. Según Homero: «Ahora viven alternadamente». Mortalidad e inmortalidad siguen conviviendo en ellos, articuladas por una extraña distribución de gracia. El poeta también es una suerte de bisagra. Mediante cantos de alabanza, organiza una continuidad entre vida mortal e inmortal para alguien como Escopas. Si bien éste piensa que le está pagando a Simónides un cierto precio por determinado número de palabras, el poeta adquiere una memoria que pervivirá mucho más allá de todas ellas. Él será uno de los que no se pierden. La gratitud encuentra su sitio.

    Gratitud y memoria van de la mano, moral y filológicamente. En su discurso de Bremen, Paul Celan vincula etimológicamente la memoria con el pensamiento y el agradecimiento:

    Denken und Danken sind in unserer Sprache Worte ein und desselben Ursprungs. Wer ihrem Sinn folgt, begibt sich in den Bedeutungsbereich von: «gedenken», «eingedenk sein», «Andenken», «Andacht».

    [Pensar y agradecer son, en nuestra lengua,63 palabras que tienen uno y el mismo origen. Quien quiera ir tras su sentido se moverá en el campo semántico de palabras como «recordar», «tener en mente», «memoria», «devoción».]64
  • Lucas Molina Muneraцитирует15 дней назад
    [LA ESCLUSA

    Encima de todo este dolor

    tuyo: ningún

    segundo cielo.

    Por una boca,

    para la que era una palabra de mil sentidos,

    he perdido –

    he perdido una palabra

    que me había quedado:

    hermana.

    Por

    tener muchos dioses

    he perdido una palabra que me buscaba:

    Kadish.

    A través

    de la esclusa tuve que hacer pasar

    la palabra, para así salvarla, llevándola afuera

    y más allá y de regreso hacia la corriente salada:

    Izkor.]
  • Lucas Molina Muneraцитирует16 дней назад
    [REJA DEL LENGUAJE

    Redondez de ojo entre los barrotes.

    Animal ciliar, el párpado

    rema hacia arriba,

    libera una mirada.

    Iris, nadadora, sin sueños y sombría:

    el cielo, gris-corazón, tiene que estar cerca.

    Torcida, en el cuenco de hierro,

    la mecha humeante.

    Por el sentido de la luz

    adivinas el alma.

    (Si yo fuera como tú. Si tú fueras como yo.

    ¿Acaso no estuvimos

    bajo un mismo alisio?

    Somos extraños).

    Las baldosas. Sobre ellas,

    uno junto al otro, los dos

    charcos gris-corazón:

    dos

    bocanadas de silencio.
  • Lucas Molina Muneraцитирует16 дней назад
    Un pago justo reclama un poema justo. Compensemos esta anécdota con otra que procede de la tradición biográfica relativa al otro plato de la balanza. Cuenta la historia que Simónides, la víspera de una travesía marítima, caminaba solo por la costa. De pronto se detuvo ante un cadáver que yacía a sus pies. Simónides no titubeó. Resolvió enterrar el cuerpo y, acto seguido, erigió un epitafio que habla en la voz del difunto:

    οἱ μὲν ἐμὲ ϰτείναντες ὀμοίων ἀντιτύχοιεν,

    Zεξένι᾽, οί δ᾽ ὑπὸ γν θέντες ὄναιντο βίου.

    [Que quienes me han dado muerte reciban destino igual,

    Zeus anfitrión, y que quienes me dieron sepultura gocen de

    la vida.]44

    Pero el epitafio no es el final de la historia. Durante la noche, el cadáver que Simónides había enterrado se le apareció en sueños advirtiéndole no zarpar al día siguiente. Simónides comunicó esta advertencia a sus compañeros de viaje, quienes la ignoran, se hacen a la mar y naufragan. Simónides se quedó y se salvó. Agregó entonces un codicilo al epitafio en la playa:

    οὗτος ὁ τοKείοιο Σιμωνίδου ἐστὶ σαωτήρ,

    ὃς ϰαὶ τεθνηὼς ζντι παρέσχε χάριν.

    [Aquí reposa el salvador de Simónides

    quien aun muerto ha concedido una gracia a los vivos.]45
  • lectorcitoцитируетв прошлом году
    Negarse a saber qué hora es constituye un gesto casi divino.
  • Ana Luelmoцитируетв прошлом году
    ¿qué perdemos exactamente cuando las palabras se malgastan? ¿Y dónde se encuentra el depósito humano en el cual estos bienes están almacenados?
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