The Raven King

estaba más preocupado por ti.

Andrew, por una vez en tu miserable vida, juega como si quisieras que ganemos, ¿está bien?

Pero eso no contaba, porque Andrew era Andrew, y este era definitivamente el último giro que necesitaba que tomaran sus pensamientos

necesitan oírme decir que la vida no es justa. Están aquí porque saben que no lo es. A la vida no le importa qué queremos de ella

Llamaron ayer —dijo Wymack—. ¿Qué tiene que ver Andrew con esto?

—Todo lo que importa —dijo Neil

Llamaron ayer —dijo Wymack—. ¿Qué tiene que ver Andrew con esto?

—Todo lo que importa —dijo Neil

Tienes mi boleto?

—No vas a ir —dijo Kevin—. ¿Sabes lo que te hará?

—¿Sabes lo que le hará a Andrew si no voy? —respondió Neil—. No tengo elección. Tengo que ir. Tienes que confiar en mí.

—Te romperá.

—Ojalá supiera cómo —dijo Neil—. Créeme. Prometo que volveré y, cuando lo haga, traeré a Andrew conmigo. Va a estar bien. Entonces, ¿tienes mi pasaje o no?

Yo te vigilaré. Si quieres beber esta noche —agregó cuando Neil lo miró—. No dejaré que digas algo de lo que te arrepientas.

—Estarás borracho dentro de una hora —dijo Neil—. Entonces, ¿quién me detendrá?

Kevin le dio una mirada fría. —Dejaría de beber

Hablando de imbéciles impredecibles, ¿cuándo sucedió eso?

—¿Cuándo paso qué? —preguntó Neil.

Wymack lo miró. —Olvídalo.

Mejor suerte la próxima vez, Neil —dijo—. Ya te lo advertí una vez, ¿no? No siento nada.

—Ya no —dijo Neil, apenas en un susurro