La moral como anomalía

el deber que uno tiene de tener deberes

consiste en un sistema de responsabilidades. La obligación de ser responsable es la obligación de las obligaciones

Si la moral se redujera a su rostro oficial no sería un objeto de estudio demasiado interesante, y los filósofos se lo podrían ceder de buen grado a los ideólogos, los propagandistas, los censores y las organizaciones de beneficencia

filosofía moral haría muy bien en dejar de ser una disciplina edificante para ocuparse más bien de las rarezas que anidan en todo sistema de valores, de lo que rompe, violenta o resquebraja los sistemas valorativos vigentes, deseables o imaginables.

Una moral de la que estuvieran excluidos el espanto del mal descomunal y el hechizo del bien extraordinario sería una moral considerablemente disminuida, apta tan solo para circunstancias normales y ordenadas, que son las que menos necesitan de moral alguna. Pero esa es precisamente la moral que la historia de la filosofía ha producido

aquellos bienes que lo dejan todo igual que estaba se los llama bienes solo por cortesía;

del bien cuando se presenta fuera de medida, de serie y de expectativa;

operaciones desvalorizadoras cercanas a lo blasfemo; solo el incapaz de apreciar algo lo normalizará de ese modo,

solo el optimismo de la teodicea ilustrada hizo creer lo contrario

pero el mal descomunal se distingue por su enormidad