obstante, los propios griegos reforzaron continuamente esas prácticas mediante su literatura, su filosofía, su cerámica pintada, su escultura y sus celebraciones públicas, que insistían de manera incesante en la bravura y cohesión de los hoplitas, glorificando sus armas y armaduras y exaltando su sacrificio final en la batalla ante los ojos de amigos y familiares, quitando siempre importancia, de manera implícita, a quienes luchaban con armas de tiro, a la infantería ligera e, incluso, a los caballeros, más adinerados que ellos.