La autora desentraña el fondo de una realidad que, ante nuestros ojos, ha invertido el punto de vista: el hombre, de pronto, se ve contemplado y recordado por el paisaje, ese mural que nos rodea retratado por la poesía. Este libro viene a confirmar la certeza que ha animado la obra de Elva Macías: la poesía entendida como tarea pendiente de reconstrucción de la naturaleza y del espíritu como emergencia del “ser perdido” entre los reinos de sí mismo; “mirador” desde donde la palabra vislumbra su sentido y el sentido del hombre y de las cosas, en tanto identificación de la palabra con la otredad que nombra y la rodea.