Me pregunto si fui injusta. No hablé de tu sinceridad, de tu paciencia, ni de las cosas que durante años tus manos hicieron para mí: helados de frutas, pañuelos de tela con mi nombre, tortas, trenzas, disfraces. Quizás lo di por sentado o sentí que en esos momentos eras una madre como cualquier otra y yo, en cambio, quería entender lo distinto.