Alfred North Whitehead lo resumió de la mejor manera posible cuando apuntó que la invención más importante del siglo XIX fue la misma idea de invención. Habíamos aprendido cómo inventar cosas, y la cuestión de por qué las inventábamos perdió importancia. La idea de que si algo podía hacerse, debía hacerse, nació en ese siglo. Y, a la par, se desarrolló una arraigada creencia en todos los principios que permiten el triunfo de la invención: objetividad, eficacia, pericia, estandarización, medida y progreso