El tiempo de la promesa

no tiene que sufrir la distancia entre el pensamiento y la palabra, entre la palabra y la acción.

Si nos duele el futuro es porque nos aferramos al vago recuerdo de una promesa incumplida. Muchos filósofos repiten que no sabemos conjeturar los tiempos que vendrán, que nos es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.

Incluso el Dios de la Biblia ve cómo sus promesas son puestas en duda por

La fuerza del compromiso y del vínculo que se anudan en la palabra dada abraza, al mismo tiempo, la fragilidad de los asuntos humano

Prometer es dar la palabra a través de la declaración de un compromiso y de un vínculo. La promesa no es un discurso, es una acción. Se llegue a cumplir o no, es verdad por el solo hecho de haber sido dicha de verdad.

Somos hijos e hijas de una promesa que no sabemos pronunciar.

posible, pero no todo está acabado. Hacer una promesa es interrumpir el destino. Es afirmar con convicción una verdad que desafía el peso de la realidad.

Quien hace una promesa sabe que no todo es posi

Las promesas abrazan la incertidumbre, porque sabemos que pueden no llegar a realizarse, pero no se someten a ella.

de engaños y de banalidad deliberad