Leí este libro con el corazón en la mano pero no pude detenerme. Necesitamos humanidad para entender los procesos de embarazo, parto, aborto y todo lo que está alrededor. Qué librazo.
No soy madre, nunca he estado embarazada y me conmovió profundamente este texto escrito desde la evocación del dolor. La autora logra transmitir magistralmente lo que vivió y despertar una profunda indignación, y repudio, frente a la violencia obstétrica.
A través del texto ofrece no solo la crónica de su pérdida, sino el retrato de una sociedad rusa conservadora -en la que bien pueden encajar muchas otras- que castiga el duelo y estigmatiza la depresión; en donde la mujer es vista como portadora de la desgracia y como tal debe cumplir su penitencia en silencio.
Finalmente, invita a reflexionar oportunamente sobre las leyes que permiten el aborto y cómo se obstaculiza el acceso para llevarlo a cabo de forma segura, gratuita y con el debido acompañamiento psicológico.
Uff que dolor. Ha sido una lectura con toda la perspectiva maternal, punzante y muy melancólica. Que valentía de hacer un recuento de daños, de sufrimiento, de desesperación. Muy especial.
No queria terminarlo, me ingrese en la historia de esta mujer, saber que nos podemos sanar después de tantos sucesos fuertes que jamas pensamos pasar y nunca he pasado por este suceso pero tener a alguien que te lo cuenta y te lo imaginas te hace llorar, te hace sentir la impotencia de Anna, me encanto esta narrativa.
Me gustó muchísimo el texto, aunque también lo sufrí. Los servicios de salud tan deshumanizados y salvajes, promoviendo las diferencias entre madres y padres en lugar de impulsar una mayor participación conjunta. Léanlo.
Estuvo brutal, verdaderamente impactante. Tampoco estoy embarazada, tampoco soy madre, pero la lucidez con la que Starobinets narra este episodio tan difícil en su vida vuelve imposible el no empatizar con ella, llorar. Tocarse el vientre.
Tienes que mirar es tanto una crítica a un sistema deplorable, arcaico y misógino de salud -donde una mujer, embarazada o no, está obligada a sufrir- como una carta de amor y despedida.
Es un recuento honesto que hasta podría considerarse un manual de cómo atravesar, acompañadas, el luto.
Cuando me enteré que su marido falleció en 2017 casi tuve una crisis, neta que ya no puedo más y eso que ni es mi vida. Qué valiente esta mujer, qué escritora prodigiosa, qué madre tan maravillosa. Quisiera darle un abrazo.
📣 "El «ecuador», lo llaman. De acuerdo con las páginas web de «futuras mamis», este es el momento de empezar a «relajarse, calmarse, disfrutar del embarazo y anticipar el encuentro con el bebé».
Mi ecuador es, sin embargo, la línea de meta. Aquí es donde todo termina. No habrá ningún encuentro."
"La canción que dice «es hora, es hora de regocijarnos» y «adiós, adiós, meciendo las plumas del sombrero» me parece la canción más espeluznante del mundo y nunca más podré escucharla; quitaré el sonido si la reproducen en Radio Infantil, saldré de la habitación si alguien la canta. Para mí es una canción sobre cómo mueren los niños sin nacer y con ellos muere toda la felicidad en el mundo; para mí es una canción sobre cómo tus deseos le importan un bledo al destino, para mí esta es una canción sobre mi pequeño diciéndome «adiós»…"
"Mi tristeza es esa leche blanca y tibia que nadie se va a beber."
¡Qué impactante historia! Es muy dura pero al mismo tiempo llena de mucho amor.
Un libro muy importante.
No podría decir que "me gusto" porque el tema es tan crudo y son historias reales que me cuesta opinar al respecto en cuanto a escritura.
Definitivamente creo que es un libro que nos enseña bastante sobre un tema de la maternidad que parece estar siempre en la clandestinidad, lo que como mujer me impactó porque considero que es información a la que deberíamos tener acceso.
Los procedimientos médicos que parecen inhumanos y la misma falta de empatia del entorno es una constante en esta historia.
Es un texto conmovedor