Para mí, los cuentos son un poco como sueños: proféticos, útiles para profundizar en un problema que ya está ahí o que va a surgir, y a veces un alivio para la ansiedad. La historia, la fantasía, es lo que me divierte del cuento, y aunque solo los humanos puedan leer, basta con observar cómo se retuerce, murmura o gruñe un gato o un perro mientras sueña dormido, para saber que todos los animales tienen sus formas de crear historias y de liberar sus mentes de las ataduras de la existencia y la realidad