«El primer precepto es no matar. Su cumplimiento desarrolla la compasión. Todos los seres vivos temen a la muerte, por lo tanto, debemos valorar sus vidas igual que las nuestras. No sólo tendríamos que abstenernos de matar a seres humanos, deberíamos también esforzamos por evitar la muerte de otras especies. Hemos de vivir en armonía con las personas, los animales y las plantas. Si alimentamos nuestro amor, reducimos el sufrimiento y tenemos una vida feliz. Si todos los ciudadanos observan el precepto de no matar, el reino entero vive en paz. Cuando la gente respeta la vida, el país prospera, se fortalece y se mantiene a salvo de invasiones. En tal caso, no hay motivo alguno para utilizar la fuerza militar y los soldados pueden dedicar su tiempo a tareas útiles, como construir carreteras, puentes, mercados y embalses.