. No siempre era fácil marcar una frontera entre barrios, calles y casas. En algunos casos, la antigua judería resultaba amplia. Había, pues, que reducir su superficie, edificar muros y puertas, vender lo que iba a quedar fuera del gueto. Los concejos no siempre se mostraron dispuestos a arreglar las cosas; al contrario, aprovecharon la oportunidad o bien para vender caro las casas y el terreno necesario o bien para comprar a muy bajo precio lo que los judíos tenían que abandonar. Las mudanzas, traslados y obras se prolongaron hasta en vísperas de la expulsión, ya que el plazo de dos años fijado por la ley no se respetó ni se podía respetar; eran demasiado complejos los problemas acarreados por tan drástica decisión, pero los reyes no