La Guerra Fría, objeto de estudio de esta monografía, es una expresión que se utiliza para designar el conjunto de relaciones internacionales entre Estados Unidos y la URSS, marcadas por la tensión ideológica, política y militar, que tuvieron lugar entre la inmediata posguerra de la Segunda Guerra Mundial y el final de la década de los 80 y el principio de los 90 del siglo XX.
Sin embargo, los antecedentes de la guerra de ideologías entre el régimen comunista soviético y los países capitalistas se sitúan en el mismo momento en el que los bolcheviques tomaron el poder el 26 de octubre de 1917, puesto que el miedo en el bloque capitalista a la intención bolchevique de extender su revolución por todo el mundo empujó a los países aliados (Gran Bretaña y Estados Unidos fundamentalmente) a intervenir en el conflicto intestino ruso. La Guerra Fría se caracterizó por el establecimiento de un nuevo equilibrio de poder, distinto al de los años previos a la Segunda Guerra Mundial, estructurado en un sistema internacional bipolar liderado por las dos superpotencias surgidas tras el conflicto mundial. Aunque Estados Unidos y la Unión Soviética no llegaran a un conflicto directo entre ellas durante toda la Guerra Fría, sino que las guerras y conflictos se desplazaron a la periferia de Estados Unidos y de Europa. Cuatro son los conflictos-tipo que se dieron en este periodo de la historia: la guerra de Corea (25 de junio de 1950–27 de julio de 1954), la crisis de los misiles de Cuba (14 de octubre-28 de octubre de 1962), la guerra de Vietnam (1 de noviembre de 1965–30 de abril de 1975) y la guerra de Afganistán (24 de diciembre de 1979–15 de febrero de 1989).