La historia no está atrás, en algún lugar distinto al de nuestra cabeza y nuestro presente. La historia es un pliegue de nuestro presente, es parte de nuestra conciencia histórica, sólo cobra realidad a través de ella, y esa conciencia, por definición, es hija del momento en que vivimos. Cada generación hace la historia de su tiempo y reescribe su pasado. Grandes cambios históricos exigen grandes reescrituras del pasado.