Sugey Navarro tiene algo que decir y en este su primer libro nos muestra su forma de mirar, a través de imágenes frescas que logran crear atmosferas: «…Remata mi calle sola, / una cumbia que intenta / teñir de alegría la triste ciudad. Tristísima, / diría…». Así, en estos poemas podemos ver nuestra propia vida, encierro, luz, desconocimiento, tedio, reflejados. Empero, este libro no es un espejo común, pues Navarro propone, descoloca, observa y nos deja claro que este poemario y esta vida son caleidoscópicos. Destaca también la fuerza de su decir: «No puede haber soledad a medias: / un vacío es siempre entero. / Puede expandirse, volverse plural, / correr desmesuradamente. Metástasis». El lenguaje y la voz que acuden a estos versos son un acercamiento al ser humano, al viaje interior que nos pone en comunicación con lo esencial, la realidad y los recuerdos. Por lo que resulta ser también una llave, un registro importante de lo que vivimos y aroma de nuestros tiempos. (Zeydel Bernal)