La puerta trasera batió contra el marco. Jessie lanzó una mirada nerviosa en aquella dirección y tuvo el convencimiento de que, durante unos segundos, vislumbró en la oscuridad de la entrada el rostro blanco y sonriente de la criatura. En cuestión de un instante, estaría fuera. Cogería una piedra, rompería la ventanilla y con una de las astillas del cristal de seguridad…