Porque escribir es un proceso continuo de pensamiento y reflexión sobre nosotros mismos y quienes nos rodean. La literatura es conflicto y antagonismo. Yo al menos estoy en ese punto: quiero entender mejor mis antagonismos y conflictos porque estoy entrando en una etapa de mi vida donde necesitaré más sosiego, serenidad, paciencia y ecuanimidad. De joven, lo que predominó fue el impulso, la energía física ciega, la locura hasta el abismo, el ansia de vivir en el infierno como único modo de romper todos los límites, todas las fronteras, todas las amarras. Una locura patológica por alejarme de aquel muchachito gordo, tímido, educado y amable que aprendía arqueología de los indios caribes, en La Habana, con un tío millonario y profundamente culto.