¡Ven, deja que depositemos juntos a los pies de la ‘Rigurosa Señora’ los anhelos de nuestro corazón, cerrando ante su rostro una alianza más noble que la corriente unión de los sexos ante el altar de los hombres, la alianza de la belleza con la grandeza! Quiero ser tu fe, tu amor y tu consuelo, y tú debes ser mi orgullo y mi fama, que me transfigure, a mí, criatura deplorable y perecedera, en un símbolo, que me salve para la inmortalidad.”