Cuando se mata una venta

Hágase el propósito de vender siempre algo de lo que pueda enorgullecerse, algo que esté seguro de que puede añadir valor a las vidas de otras personas. Ese compromiso, combinado con un entrenamiento y práctica sólidos en el arte de vender, le permitirá librarse rápidamente de la renuencia a la venta.

«Si concediéramos a lo que deseamos llevarnos al abandonar esta vida igual tiempo de reflexión que a la pregunta de qué hacer en dos semanas de vacaciones, nos sorprenderían la falsedad de nuestros estándares y la procesión sin rumbo de nuestros días».

Y, por cierto, cuando se reúna con algún cliente, procure llevar consigo un temario. Debe saber qué preguntas hacerle regularmente para asegurar que no se le escape ninguno de sus valores o necesidades.

lo que llevó a alguien a comprar ayer no necesariamente le ganará un cliente hoy

los consumidores inteligentes nunca dejan de mirar a su alrededor en busca de mejores ofertas.

mendigar es una aproximación impaciente al oficio de vender que coloca la responsabilidad del desenlace en su capacidad de cerrar ventas y no en su capacidad para conectarse con otros.

una mayor productividad en la prospección resulta en un mayor número de ventas.

el éxito en la prospección depende de cuántas visitas o llamadas resultan en ventas cerradas.

por la visita.
3. Nunca concluya una visita sin haber aportado más valor que el que ha recibido.

Las tres «reglas» que me enseñó cambiaron definitivamente el curso de mi carrera de vendedor profesional:
1. Nunca visite a posibles clientes que no esperan ser visitados.
2. Cuando se decida a visitar, asegúrese de que se sientan entusiasmados