Las mujeres no podían soportar tal trato tan inhumano. Muchas decidieron irse de este mundo por la puerta falsa: se suicidaron. Muchas mujeres se suicidaron, y hombres también; personalmente sufrí mientras trabajaba en el hospital. Me decían cosas: que yo no era gente normal, que yo también estaba contagiado de radiactividad. En una ocasión, una compañera, en una reunión del hospital, mencionó frente a toda la gente que ella jamás se casaría con un sobreviviente.