Spinoza

No intento examinar todos los libros del Pentateuco. Cualquiera que atienda a lo dicho conoce fácilmente que todo en estos cinco libros, preceptos y relatos, está escrito confusamente y sin orden, que no se observa la sucesión de los tiempos, que las narraciones mismas se repiten algunas veces y a menudo con grandes diferencias; en una palabra, que esta obra sólo es una reunión confusa de materiales para más fácilmente examinarlos y redactarlos después bellamente

Pero no sólo este capítulo, sino toda la historia de José y de Jacob, está visiblemente compuesta de diferentes retazos tomados en las más variadas fuentes; así se demuestra por los hechos mismos. Refiere Gén 47 que Jacob tenía 130 años cuando por vez primera lo llevó José a presentarlo al Faraón; si a esto se quitan los veintidós que pasó en la tristeza a causa de la ausencia de José, los 17 que éste tenía cuando fue vendido y los siete de prueba a que Jacob debió someterse para mere

. La principal de ellas es que Esdras (a quien tengo por autor verdadero, mientras no se presente otro con mayor evidencia) no puso la última mano en las narraciones contenidas en estos libros, ni hizo otra cosa sino recoger historias de diversos escritores o escribirlas sencillamente; pero sin dejarlas a los venideros examinadas y ordenadas.

afirmo que éste fue el libro de la ley de Dios embellecida y explicada por él mismo, y que fue el primer libro, según creo, de todos aquellos que se dice haber escrito; lo cual presumo porque contiene las leyes de su patria, que sobre todas las cosas necesita el pueblo; y afirmo además que este libro no se refiere a otros anteriores, porque no comienza con una conjunción que los enlace, sino por una oración suelta: «Éstas son las palabras de Moisés», etc

Además, el orden como se explica allí el décimo precepto es diferente al del Éxodo.152

omo sabemos que el Deuteronomio contiene, no sólo el libro de la ley de Moisés, o una gran parte de él a lo menos, sino una multitud de explicaciones e inserciones para la comprensión más completa de las cosas, me inclino a creer que el Deuteronomio es precisamente este libro de la ley de Dios, escrito, comentado y explicado por Esdras, que entonces leyeron, según dice Nehemías.

Además vemos, por su mismo testimonio, que se había aplicado, no sólo a investigar la ley de Dios, sino a ponerla en orden; y en Nehemías (8, 8), se dice: «Y leyeron en el libro de la ley de Dios declaradamente, y poniendo entendimiento entendieron la lectura»

Quién fuera éste, no puede contestarse de una manera cierta; sospecho que fue el mismo Esdras, e indicaciones no leves concurren a confirmar mis conjeturas

or tres consideraciones deducidas de estos mismos libros, a saber: la simplicidad de los argumentos, su conexión estrecha, y el ser posteriores en muchos siglos a las cosas descritas en ellos, afirmamos, como dijimos antes, que todos ellos son obra de un historiador solo.

Además el orden y encadenamiento de los relatos históricos indica fue uno el historiador, y que se impuso su plan seguramente. Comienza, en efecto, a referir los orígenes de la nación hebrea; llega después, siguiendo el orden de las cosas, al tiempo y ocasión en que Moisés recibía leyes y las predicaba a los hebreos; refiere a continuación cómo el pueblo hebreo, cumpliendo las predicciones de Moisés, invadió la tierra prometida (vid. Dt 7) y abandonó las leyes de Dios (Dt 31, 16) y cuantos males se siguieron de esto (versículo 17); como quisieron en seguida elegir reyes (Dt 17, 14), cuyo gobierno fue desgraciado o próspero, según se apartasen de la ley, o le fueran fieles (28, 36): y, finalmente, la destrucción del imperio, según Moisés la había predicho (Dt 28, 48 y sigs.).