De ahí que De Beauvoir apueste por la consolidación de una igualdad total en la educación tanto en lo que se refiere a la educación formal (la recibida en las aulas) como —sobre todo— a la informal (juegos, expectativas sociales, mensajes en el seno de la familia): solo así se podría modificar la percepción de las mujeres de sí mismas y, lo que es más relevante, de su futuro (2018: 820). Se configuraría una sociedad de hombres y mujeres iguales, regida por el principio de reciprocidad.