Sofoco

Todos quieren amor, pero nadie quiere lavar los platos.

En la guerrilla te decían: Esto es una guerra de baja intensidad, como si las balas fueran de menor tamaño y no mataran

—Todos quieren amor, pero nadie quiere lavar los platos.

Una diría que la guerra es como las películas de acción. Pero no. Es quieta. Más que quieta es monótona. A la gente la matan y la matan y la matan, pero la guerra sigue.

Y es que el muerto de guerra es otra cosa, ¿sabe? Es cosa seria, cosa peluda, cosa callada

En la mano del Elvio encontraba un rumbo, sentía esa mano como si fuera todo él. El Elvio era una fuerza de gravedad.

El cuerpo que le hace falta se hace más presente. El cuerpo que falta es gigante.

No me parecía eso de enterrarlos en una orgía, mezclándoles las partes, los olores y las historias. No era digno. Si tuvimos un útero para cada uno, por qué compartir la muerte.

Nos estamos acercando, dice él. Yo sé que hace años que estamos perdidos.

De niño no preguntó nunca por su papá. Asumió muy temprano en la infancia que el dolor de la madre no se toca, no se hurga. La herida que se manosea se infecta.