Coger y comer sin culpa

Era la idea de asumir el peso de patear toda mi heterosexualidad y heteronormatividad ante los ojos del mundo, no para deleitar la mirada babosa y fantasiosa de un tipo, sino para dar paso a lo que fuera que hubiese detrás.

En ese entonces no sabía que lo que me estrujaba la panza en ese instante era miedo de romper todas las estructuras que conocía al darme besos públicamente y por puro y genuino deseo con una mujer

Me calentaba calentarlo, me calentaba su deseo, no era el mío, pero funcionaba para fines prácticos de lo que creía que debía ser el sexo hetero.

Hacer públicas las prácticas de sororidad que secretamente siempre hemos tenido y contar que solo nosotras estuvimos para nosotras durante nuestros momentos más vulnerables y más violentos es un acto de subversión y rebeldía a este adoctrinamiento omnipresente y nocivo.

o no nací odiando a las demás ni pensando que todas éramos conflictivas o malas amigas. A mí, como a todas nosotras, me lo dijeron sin cesar mi familia, las novelas que veíamos en la tele, los profesores y quienes se encargaron de criarme.

eafirmé mis comportamientos ya aprendidos desde el colegio y comencé a sospechar de todas las demás mujeres. No eran celos lo que la situación me generaba, era una competencia enfermiza y constante con ellas porque creía que eran más lindas, más flacas, más altas, más atractivas o más inteligentes que yo

Que un hombre sienta un permanente deseo sexual por una mujer menor no la pone a ella en una posición más ventajosa, porque el deseo sexual no paga cuentas, no tiene aprobación social o simbólica ni importancia institucional.

en las relaciones, en el marco del amor romántico, cuando se constituye de forma tan asimétrica, quien tiene las de ganar y tiene mucho más capital social, económico y cultural pone las reglas y quienes tenemos las de perder, que siempre somos nosotras, aceptamos sin mucho margen de maniobra.

o entendía entonces que eso que hacía era una forma de subordinación. Él se acostaba conmigo, pero creía que era un trato justo, prudente, respetuoso, cuidadoso, decirme, sin consultarme si yo quería saber o no, que su deseo sexual estaba puesto al mismo tiempo en todas las demás, incluida su exnovia.

Que él me mirara a mí, solo eso, me hacía sentir más inteligente y más especial que todas las demás.