Entre Actos

Y se carcajeó sin miramiento. Había dejado de preocuparse por conservar la compostura y con ello había ganado libertad.

Libros: la preciada alma de los espíritus inmortales. Poetas; los legisladores de la humanidad.

Giles desplegó su silla con una violenta sacudida. Esa era la única forma en que podía demostrar la rabia, la irritación, que le producían los viejos chochos que, sentados, se dedicaban a contemplar el paisaje y tomar café con leche, mientras Europa entera —allí, al lado— estaba erizada como... Giles no dominaba el arte de la metáfora.

Le echó las culpas igual que se echa el abrigo sobre un sillón, instintivamente.

Burbujeante, un chorro de sentimiento ascendió desde el barro. Los otros habían cubierto el barro con mármol.

La estancia era una caracola, cantando lo que había antes del tiempo

La voluntad allana la dificultad

Los libros son el espejo del alma.

La biblioteca es siempre la estancia más agradable de la casa.