El deseo nos incita a la posesión, a acercarnos a algo; la repulsión nos incita al abandono, a alejarnos de algo. Por lo tanto, las artes que incitan estos sentimientos, pornográficas o didácticas, no son artes puras. Por consiguiente, la emoción estética (empleo el término general) es estática. La mente queda paralizada por encima de todo deseo o repulsión.