El Maestro del amor

Nunca se decepcione de sí mismo al punto de no desear caminar más

Busca usted ser el autor de su historia o es víctima de sus problemas?

Por eso, deseo que usted nunca desista de caminar.

Tal vez fue la única persona que logró alzar los ojos y ver los campos verdes cuando solo había piedras y arena delante de él.

Fue abandonado por sus amigos y destruido por sus enemigos.

El gran amigo de la mansedumbre fue tan extraordinario, que partió por la mitad la violenta historia de la humanidad.

Antes de haber sido arrestado, dijo en el jardín de Getsemaní: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte» (Mateo 26.38).

Juntos, los dos construyeron el mayor edificio del amor y de la inteligencia.

Por eso, clamó: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?»: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»

Los crucifi cados a su lado seguramente que estarían emitiendo sonidos estentóreos y horripilantes. Con todo, nadie escuchaba gritar a Jesús. Solo la ausencia del Padre lo hizo clamar. No le pidió que lo librara de la cruz, ni le pidió que lo aliviara del dolor. Solo quería su presencia. El mundo se oscureció. Su sufrimiento llegó al límite de lo insoportable