Yo lo interpreto así: cuando ponemos nuestra casa en orden, el aire en su interior se vuelve fresco y limpio. Al reducir la cantidad de cosas en nuestro espacio también disminuimos la cantidad de polvo y, en realidad, limpiamos con más frecuencia. Cuando podemos ver el piso, la mugre se nota y queremos limpiarla. Como se ha eliminado el desorden, es mucho más fácil limpiar y, por lo tanto, lo hacemos más a conciencia.