Wilcard

Cuando el mundo se oscurezca, guíate con la firmeza de tu propia luz.

Me niego a pensar que es solo un monstruo. No puedo verlo hundirse de esa manera. Debo seguir porque necesito encontrar a ese muchacho otra vez, ese corazón que se encuentra enterrado bajo sus mentiras. Debo detenerlo para salvarle la vida. Su mano fue la que una vez me ayudó a emerger. Ahora, yo debo hacer lo mismo

Algunas veces, hacer lo correcto significa tener que tomar decisiones difíciles en el camino.

Todo problema tiene solución. Pero luego de cada solución, aparece un nuevo desafío a vencer, un nuevo reto a superar. Uno no se detiene luego de resolver una sola cosa. Puedes seguir avanzando, encontrar un nuevo camino, un nuevo destino, intentando dar lo mejor de ti para crear algo superior. Destruir algo no es el final; hacer algo grandioso, o mejor, hacer algo correcto, sí lo es. O quizás no existe tal cosa como un objetivo final en absoluto. Uno logra algo y luego cambia, listo para completar lo siguiente. Uno continúa resolviendo un problema tras otro hasta cambiar el mundo por completo.

Siempre es más fácil destruir que crear.

Todas las cosas horribles que alguna vez te pasaron eran cosas que no podías controlar.

–Entonces bésame –murmura y me lleva hacia él.

Cierro los ojos ante su tacto, temblando, y volteo mi rostro hacia el suyo. Lo beso lentamente, saboreo el momento. Si solo pudiera mantenerse todo así de simple entre nosotros.

–Esto es lo que esperan ver, ¿verdad? –murmura, con su rostro cerca de mi oído.

–Sí –mi piel se eriza por su cercanía y en lo único que puedo pensar es en lo que ocurrió anoche. Tiene razón, por supuesto, y si los Blackcoats están mirando, ayudará a mi misión que me vean cerca de Hideo. Nuevamente, estoy perdida en el sueño de vidrios rotos, en donde Zero nos mira desde el otro lado de la habitación. Es suficiente para hacerme girar hacia un lado, una parte de mí espera que él esté aquí en el yate.

Pero solo estamos nosotros.

Hideo esboza una leve sonrisa, se acerca y presiona los labios contra mi cuello.

–Quieren que esté cerca de ti –contesto, colocando la taza sobre la mesa.

Parpadea, y sé que está pensando en su hermano. Sea lo que sea, no lo dice en voz alta. En cambio, camina hacia mí y me acerca a él. Sus manos se sienten cálidas por la taza de café. Aguanto la respiración al voltearme de forma tal que mi espalda queda sobre el balcón y sus manos se aferran a la cornisa, presionándose contra mí.

Su respiración se encuentra más agitada e irregular, sus manos, más cálidas y suaves. Tiemblo sobre él y, en un abrir y cerrar de ojos, noto que él también está temblando. Deslizo un dedo por los músculos de su pecho hacia su estómago, sonrojándome por la forma en la que este simple toque lo hace temblar. Su boca choca con la mía y, en un susurro, me pregunta qué es lo que quiero, y le respondo, y él me lo da. Y en ese momento no pienso en nada más, ni en los Blackcoats, ni en Zero, ni en los peligros que nos depara el futuro. Solo pienso en el ahora. En mi cuerpo entrelazado con el suyo. En su respiración, en mi nombre sobre sus labios, en las frías sábanas debajo de nosotros, en el calor de su cuerpo contra el mío, en mis dedos aferrándose desesperadamente a su espalda.

Solo yo.

Él.