El fanatismo, como ya se ha dicho, comienza en casa. Tal vez también los antídotos contra el fanatismo puedan encontrarse en casa. El poeta John Donne legó al mundo el maravilloso verso: «Nadie es una isla». A lo que yo me atrevo a añadir: «Nadie es una isla, pero todos somos una península». Todos estamos unidos por una parte a un continente que es la familia, nuestro idioma, la sociedad, las creencias y las ideas, el país, la nación, etcétera, mientras que la otra parte da la espalda a todo eso y mira al mar, a las montañas, a los elementos intemporales, a los deseos secretos, a la soledad, los sueños, los miedos y la muerte