Un cuento de fuego

–Las mentiras más peligrosas son las que nos decimos a nosotros mismos

¡A algunas personas no se las puede complacer con nada, sin importar cuánto lo intentemos!

–No puedo decirte cuántas veces miré esas puertas y soñé con escapar. Me inventé cientos de excusas para quedarme, pero tú eres la primera que tengo para marcharme. Sé que se siente como si todo el mundo estuviera en tu contra, pero no es así, me tienes a mí. Y todavía no estoy listo para perderte.

–Entonces, supongo que entiendes por qué debo marcharme –dijo Amarello.

–Sí.

–Desearía poder quedarme –confesó–. Honestamente, desearía poder pasar cada minuto de todos los días contigo; eres un sueño en medio de una pesadilla. Es solo que no es seguro que me quede aquí.

Realmente me gustas, Marel.

–Tú a mí también, Elrik –confesó Amarello.

–De todas las personas en el mundo, ¿qué probabilidades había de que dos chicos como nosotros se encontraran en medio del bosque? –preguntó Elrik–. Me hace creer que algunas cosas simplemente están destinadas a pasar.

–Sé a lo que te refieres –coincidió Amarello–. Es como si el mundo se detuviera para respirar.

–Exacto –dijo Elrik–. Desearía que todos los momentos fueran así. Desearía poder guardar estos momentos y llevarlo a cualquier lugar cuando los necesite. Pero supongo que por eso nos dicen que los apreciemos, porque los buenos momentos nunca duran para siempre.

Supongo que el mundo siempre odia y teme lo que no entiende.

te prometo que para todo Lagrimón hay un Estilo.

Esa es la magia de los libros antiguos; a veces ellos son los que te encuentran a ti.

el príncipe tomó el trono de su fallecido abuelo