La historia del ser humano podría ser una historia de murallas: la de Babilonia, la Gran Muralla china, la de la mítica Troya, el muro de Adriano, el de los lamentos, la muralla fenicia, las de adobe de Kano, el «frío» muro de Berlín, la vergonzosa «pared» del gueto de Varsovia, la gran valla a orillas del río Grande… Muros y murallas de roca y de ladrillo. Y también aquellas invisibles que separaron (y separan) ciudades, culturas, religiones, personas… Muchas se levantaron por el miedo a lo que nos diferencia. Decidimos escribir sobre ellas. Pedimos a nuestros estudiantes del máster en Periodismo de Viajes (promoción 2017) que recorrieran los «caminos». Viajaron a Atenas, Belgrado, Bucarest, Cracovia y Fez. El hito era diferente: debían buscar historias escondidas entre las grietas y los ladrillos de muros lejanos. Pensamos que quedaban cosas por contar entre las losas y los adoquines de las murallas, fortificaciones, paramentos, cercados e incluso en los tabiques de viejos edificios y de sencillas viviendas. Y, especialmente, confiamos en su capacidad de ver. O mejor: de mirar; de mirar más allá de las piedras. El reto era encontrar otros «muros»: invisibles pero contundentes; inmateriales pero férreos.