Morir tiene sus riesgos. Te liberas del sufrimiento y te olvidas de los problemas de la vida, sí, pero la muerte es también un enjuiciamiento; en cuanto morimos, los secretos que con tanto cuidado cultivamos, como otras tantas flores negras de un jardín velado, a menudo acaban saliendo a la luz, que los hace abrirse de par en par.