A partir del círculo se desarrollan tanto la espiral como la esvástica. La primera representa los ritmos reiterados de la vida, la permanencia del ser en la movilidad. Está presente en la naturaleza en el reino vegetal (vid. enredadera) y animal (caracol, concha, etc.) y encuentra su propio fundamento geométrico-matemático en la sección áurea, en cuanto el número es cifra de la figura logarítmica en espiral. La segunda, la esvástica, indica un movimiento de rotación en torno al centro, en torno al eje inmóvil de la rueda, que es el polo del mundo perceptible. La esvástica es «el símbolo de la generación de los ciclos universales, de las corrientes de energía: no del mundo, sino de la acción del principio con respecto a las manifestaciones»2.