“Entonces, ¿qué nos deparará el futuro?”
Volví a la red de metro de Moscú, tras haber deambulado por la Prospekt Mira–VDNKh toca recorrer la Zamoskvorétskaya en una odisea que cual poema épico griego compuesto por 24 cantos, se lo podríamos atribuir al Homero de esta Rusia post-apocalíptica.
Año 2034. Moscú se ha transformado en una ciudad fantasma. Los supervivientes se han refugiado en las profundidades de la red de metro y han creado allí una nueva civilización, la estación Sevastopolskaya lleva varias semanas sin poder comunicarse con el resto de la red de metro, es aquí donde aparece un misterioso brigadier llamado Hunter, quien emprende una arriesgada expedición hasta lo más recóndito del sistema de túneles, le acompaña Homero, un hombre viejo y experimentado que conoce como nadie la red de metro y sus leyendas; a esta historia le falta su heroína, y es encarnada por Sasha, la pareja perfecta para protagonizar una épica epopeya distópica.
“Una criatura que emplea todo su celo en erigir castillos de arena en la playa y luego los derriba por puro capricho. Una criatura que no conoce límites, temerosa y apasionada a un tiempo, incapaz de saciar su miserable hambre pero que, al mismo tiempo, no persigue otra cosa en toda su vida. Un ser humano…”
Dmitry regresa en otra línea argumental totalmente alejada de Artyom, pero muy centrada en Hunter; creo que como a muchos lectores, nos quedamos con ganas de más, el primer libro me encanto, pero esta secuela no me dejó completamente satisfecho, de nuevo nos encontramos con una atmósfera opresiva y deprimente, las criaturas extrañas siguen siendo bastante inquietantes y salir al exterior supone casi siempre un suicidio, es aquí donde lo que antes fue impactante, ahora es repetitivo, el ritmo es lento , los personajes a veces no se comportan de forma coherente y cuesta trabajo seguirles el paso, porque no hay nada distinto, por muy alejados que estén, no encuentran un giro en la trama, las reflexiones de Homero son increíbles pero la inclusión de Sasha no me terminó de gustar demasiado.
No negaré que me gustó, y mucho, pero mis expectativas respecto a la atmósfera y la tensión apasionante de la primera entrega hizo que este libro no fuera tan increíble, me he decidido a terminar la trilogía, por saber si el cierre no desmerece, ya te contaré.
Una obra maestra
"Año 2033, Moscú. Los supervivientes de la terrible guerra nuclear que ha devastado el mundo se han refugiado bajo tierra, en la red del metro. En cada una de las estaciones, convertidas en pequeñas ciudades Estado, sus habitantes se agrupan en torno a las más diversas ideologías, religiones o movidos por un único objetivo: impedir una invasión de las criaturas mutantes del exterior."
He tardado bastante en leer este libro, es muy complejo y descriptivo, y justo ahí es dónde radica su belleza, cada capítulo es una aventura que lleva un hilo conductor; jamás me imaginé que una historia así pudiera suceder bajo tierra. ¿Que pasa cuando todo el mundo se acaba? Muy fácil, un nuevo mundo emerge, pasó en la trilogía de "El pasaje" y ahora pasa aquí, citando a Stephen King "Lee este libro y tu mundo, como lo conoces, desaparecerá".
Tras la tragedia nuclear, los humanos nos arrastramos bajo tierra en la red de metro de rusia, y sucede que cada estación se ha organizado socialmente con diferentes estructuras de poder como ciudades estado y se mantiene un cierto orden con diferentes alianzas entre ellas, derivado de ello, surgen diferentes grupos o facciones: "Guardianes del Orden", la facción comunista de la "Línea Roja" o los neonazis del Cuarto Reich; en el centro de todo ello, se encuentra la Polis, la cual está formada por cuatro estaciones consideradas la "arteria principal" por su localización y enlaces con otras líneas, y la Hansa, la cual controla las principales estaciones de la Línea Circular y su economía.
Existen "Los stalkers" (en ruso: сталкеры), héroes reconocidos y alabados, son arriesgados aventureros que a veces suben a la ciudad destruida en busca de objetos útiles como comida, armas o medicamentos, con eso, surten a las líneas y se genera el comercio, los artículos se venden por balas fabricadas antes de la guerra o se intercambiarlos por otros objetos.
La historia se centra completamente en Artyom (en ruso: Артём), un joven de veintiséis años que teme a las ratas (por muy buenas razones), escucha los túneles y nació antes del holocausto nuclear de 2013; siendo bebé, quedó al cuidado de el oficial militar Sujói, quien funge como director de la estación en dónde vive, la VDNKh. Su travesía empieza con un mensaje y a partir de ahí, todo será atención para el lector y peligro para el protagonista, por que se viene la revolución de nombres completamente desconocidos: Bourbon, la Sukharevskaya, Khan, la Kitai-Gorod, la Kuznetskiy Most, la Tverskaya, la Paveletskaya, y un sinfín más que demoraría muchísimo en anotar.
Ha sido una travesía increíble, y por supuesto que muero de ganas de seguir la historia de esta saga, pero primero, un respiro, quizá un té especial de la VDNKh mientras contemplo el espectáculo final, un mar de fuego que hierve en esperanza y fe; luego, sin que nadie lo noté, voy de vuelta a casa.
Metro 2033 (Metro #1)
de Dmitry Glukhovsky
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️
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