Los partidarios del movimiento por la socialización de la tecnología suelen mencionar como precedente el abusivo sistema de patentes del que varias empresas farmacéuticas se servían a principios de siglo para imponer a los países africanos precios exorbitantes por la fabricación de tratamientos de última generación para el sida. Fue un caso muy sonado que nunca llegó a juicio porque las farmacéuticas, presionadas por la opinión pública, y ante la rápida proliferación de la enfermedad en el continente, aceptaron renunciar a sus patentes. Ante una crisis tan grave como la que amenaza la Tierra, la apertura de la tecnología por parte de los países avanzados supondría un ejercicio de responsabilidad.