¿Estabas en el tren de las 8:04? Yo no, de hecho, distinto al tren que propone este libro, en mi ciudad existen dos medios de transporte muy similares, el primero, es el metro, el segundo, es más cercano, se llama Tren Ligero, el nombre es la definición (¡Ja,ja!) el caso es que la (muy) improbable historia de Rachel en mi ciudad es sumamente probable en la suya, y es imposible permanecer indiferente.
Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h., ha adquirido esta rutina, cada mañana toma la misma ruta, para ver el mismo paisaje, la misma parada de la señal roja y la misma casa, aunque la vista de ella son solo unos segundos, le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza, los días que los va observando siente que los va conociendo, se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya, que se está diluyendo en alcohol, hasta que un día ve algo que no le cuadra ¿Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Qué tal si nada es lo que parece?
Debe ser suficiente para engancharte a esta novela, créeme, no te vas a arrepentir, es ligera, pero eso no le resta calidad, avanza muy bien, se lee ágilmente y está lleno de reveses que no hacen más que darle un sentido a este caos, si bien no me he hecho fan indiscutible de la autora, me he convencido de que hay libros que son increíblemente sencillos y muy buenos, eso sí, procura no acompañarlo con una cerveza (como yo), estoy dudando un poco de lo que leí, mejor hacer repaso de lo que hice ayer.
Un poco largo, pero muy entretenido.
Un gran plot twist