Pero si me preguntaran, sin duda cambiaría la tierra dura contra el pecho, la piel cuarteada, las piernas entumecidas y los sabañones en los dedos por un sillón caliente y algo inofensivo entre las manos. Nadie desea ver su colegio reducido a escombros ni seguir viva únicamente para vengarse de los asesinos de su familia. Nadie quiere una guerra; solo vivir tranquilamente sin sentir su casa asediada por los lobos. Pero una guerra no te deja opciones ni libertad para elegir.