creación no es un fracaso. Dios no ha fracasado por haber creado un mundo absurdo, lo que demostraría su propia inexistencia, sino que es el hombre quien fracasa al corromper y contaminar todo lo que toca a causa de su deliberada maldad, mientras que el mundo, lejos de acusar la inexistencia de su Creador, es un incesante himno a la gloria de Dios.