Esta mujer que escaló montañas, recorrió huellas a caballo, en automóvil compartido y a pie, que durmió en refugios, modestas casas de familia y almacenes, declinó el honor de ser considerada una heroína. En lugar de hacer alarde de sus logros, desde sus relatos ejerció el magisterio: promovió el estudio de la historia y la geografía nacional, describió experiencias y paisajes atípicos, con una finalidad social, profesional, en busca de lo argentino. El viaje y su memoria escrita fueron para ella “una manera, y no la menos eficaz, de servir a la patria”.